Entradas

Reflejo perfecto

Hay días en los que salgo,  y todo es perfecto.  El Sol me saluda  y besa mi piel con sus labios cálidos.  El viento me abraza,  se cuela, divertido, por debajo de mi vestido.  Y yo paseo por la calle como un ave en primavera mostrando sus colores. Me siento bien en un mi cuerpo,  y todo es perfecto.  Mi pelo se enuelve perfecto,  la ropa me queda perfecta.  Y mi rostro ilumina perfecto,  y mis ojos me dejan perfecta.  Todo, desde la punta de mis pies hasta mi extremo más alto.  Todo permanece así hasta que, inesperadamente encuentro mi reflejo.  Y el glamour se desvanece como el rocío de la mañana.  Noto primero las dimensiones de mi cuerpo,  como cuelga la carne por encima de mis piernas.  Mi cara, tan pálida,  nariz torcida, y ojeras prominentes. Como un fantasma.  Me veo rídicula.  Cuando todo esto me avasalla en un segundo eterno,  ya nada es pefecto.  Pienso que debería haberme vestido distinto; con algo más largo, más oscuro, más moderno.  Tendría que haber ocultado el tono de m

Sin Poesía: En una esquina

 Podría estar quince minutos en una esquina sin semáforos esperando a que los autos me dejen pasar. Y seguirán pasando sin pedir permiso, ni disculpas.  Podría estar hoy, y mañana también en una esquina sin semáforos esperando a que las oportunidades frenen ante mí.  Y seguirá sin pasar aunque las hojas caigan, y haga frío. Podría estar diás, semanas, o más en una esquina sin semáforos esperando a que la vida me sea más amable. Y seguirá diluviando hasta el agua me llegue a los tobillos.  Podría estar  un mes o un milenio  en una esquina sin semáforos esperando a que alguien me llame primero. Y seguiré perdiéndome  todo lo que el camino ofrece.  Porque quizás no es la espera  la que me inquieta.  Si no, no saber cuándo avanzar.  La incertidumbre  de todo lo que está por venir  me afloja las rodillas  y me impide  caminar. 

Sin Poesía: Bola 8

Te veo en las mesas de pool cada vez que juego. Tu cara apoyada sobre la madera teñida mirándome a través de un campo verde, con tu cámara en la mano. Tus ojos, sonriéndome del otro lado de la mesa como un inocente juego-de-escondidas que solo nosotras entendemos. Te veo en el espejo del baño de un bar; tus manos en mis muslos, tu risa en mis oídos. En las luces que titilan, siempre demasiado blanquecinas. Los tarritos con maní, la cerveza barata. El olor a tabaco,  y el sabor amargo que me deja en la boca. Sos vos.  Son tus besos. Te veo en todo eso y no termino de entender si es que te extraño, o es que me alegro de ya no compartir nada de eso con vos.